A mis mayores
A mis mayores
En la ribera del Cea
se alza la villa de Almanza
pueblo alegre y laborioso
donde hay una hermosa torre
que sobre un humilde cerro
orgullosa se levanta
Desde allí yo he contemplado
el extenso panorama
que forman pueblos y montes
y las tierras de labor
de la ribera de Almanza
Las pobres peladas cuestas,
donde pastan las ovejas,
las cárcavas escarpadas
que las torrenciales lluvias
labraron en las laderas;
las frondosas arboledas
que al cielo sus copas alzan
y escoltando a nuestro río
entre sotos y alamedas
se pierden en lontananza.
Pueblos de color de barro,
montes de color oscuro,
pobres tierras de labor
castigadas con rigor
por un clima hostil y duro.
Sol que calcina la tierra;
las tormentas, las sequías,
los vientos y las heladas
martirizan a estas tierras
que nuestros padres regaron
con sangre, sudor y lágrimas.
Sangre de heridas abiertas,
en el cuerpo y en el alma.
Jornadas de estrella a estrella
con el arado y la azada
que encallecieron sus manos
y encorvaron sus espaldas.
Explotación y desprecio
hacia el pobre campesino
que, ajeno a turbios manejos
de política y partidos,
labró con tesón sus tierras
conforme con su destino.
Sudor de frentes rugosas,
manos callosas y honradas,
trabajo de cada día
de hombres que todo lo dieron
sin pedir a cambio nada.
Y de sus ojos cansados
brotaron amargas lágrimas
cuando el dolor y la muerte,
como quién cobra un tributo,
llamaron a nuestras casas.
Todo lo lograron solos
los labriegos de mi tierra,
nadie les ayudó en nada
administración y estado
sólo de ellos se acordaron
para cobrarles impuestos
contribuciones y pagos.
Murieron sin jubilarse
sin descanso trabajaron
de ayudas o subvenciones
retribuciones del paro
de vacaciones pagadas
de descansos semanales
de playas o veraneos
de excursiones o recreos
ni siquiera se enteraron.
Austeros, parcos y sobrios,
con poco se conformaron
un sitio en aquel escaño
siempre cerca de las brasas
que sus miembros calentaron
en días grises y fríos
de inviernos duros y largos.
Los humildes alimentos
de la cosecha lograda
que Dios concede en la vida
a quien transita este mundo
con la conciencia tranquila.
Así vivieron las gentes
de nuestra tierra de Almanza
siempre llenos de trabajos
y como buenos cristianos
siempre llenos de esperanza.
Esperanza en el buen Dios
que en todo gobierna y manda
El es quien manda la lluvia
que nuestras tierras refresca
los vientos de primavera
para que los trigos ciernan
sol que dora las espigas
y madura las cosechas
y manda las alegrías
y también manda las penas
Devoción a San Antonio
patrono de nuestro pueblo
el santo de los milagros
que bendice las cosechas
y cuida de los ganados
Por eso las buenas gentes
de nuestra villa de Almanza
en tentación o peligro
o en cualquier caso inaudito
exclaman con devoción
¡Ay San Antonio bendito!
Rogativas, procesiones
fiestas de Semana Santa
con pasos y con sermones
vía crucis, misereres
con tinieblas y matracas
Novenas a San Antonio
con la iglesia abarrotada
de gentes llenas de fé
que con fervor y esperanza
al santo patrón pidieron
por gracia para sus almas
y salud para sus cuerpos
En la fiesta del Patrono
misa solemne cantada
con sermón y procesión
cohetes atronadores
y volteo de campanas
¡Las campanas de mi pueblo!
sonoras donde las haya
¡Que bien se oyen sus volteos
en los ámbitos abiertos
de nuestra querida tierra
Recuerdos de una niñez
que aunque pobre, fue dichosa
de una juventud sin drogas
abnegada y laboriosa
todo se ha quedado atrás
lejano, casi perdido
con el paso de los años
que sin pausa va tejiendo
el velo de nuestro olvido
Pero nunca olvidaremos
a aquellos nuestros mayores
que para siempre descansan
en el sagrado recinto
del cementerio de Almanza.
Firmado:
Vicencio Eduardo Medina Díez
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