Blogia
Almanza

Campos de mi tierra

Campos de mi tierra

 

Tristes están los pueblos de Castilla

sus campos en desierto se han tornado,

no se oye de los niños el bullicio

las escuelas sus puertas han cerrado

 

En las que fueron florecientes villas

no se celebran ferias ni mercados,

en cada pueblo quedan cuatro ancianos,

los jóvenes ha tiempo que emigraron

 

Yo que fui alegre mozo castellano,

un labriego del campo enamorado,

contemplo con tristeza el abandono

de las huertas, las viñas y los prados.

 

Llevo grabado cuanto amé en la vida

aquellas cosas por las que he luchado:

mi familia, la casa de mis padres

amigos, pueblo, fincas y ganado.

 

Veo los pobres campos de mi tierra

convertidos en páramo baldío

cual si la ira de la diosa Ceres

les hubiera alcanzado y maldecido.

 

Lo que fue un mar de mieses y de viñas,

fértil vega con esmero labrada,

se ha convertido en mísera campiña,

triste estepa de todos olvidada.

 

Allí donde hubo una alameda umbría,

de huertos y frutales adornada,

cubierta de verdor y de frescura

por cristalino arroyo bien regada,

hoy sólo existe un erial marchito,

de todo aquel vergel no queda nada,

empobrecido y yermo sólo sirve

para pasto de ovejas y de cabras.

 

Las huertas que mi padre trabajara

con ilusión y esfuerzo generoso,

que admiración y envidia de las gentes

causaron con sus frutos abundosos,

están ahora del todo abandonadas

sin que nadie se ocupe de sus cercas,

sin que nadie las labre ni cultive

ni las limpie de abrojos y malezas.

 

Valle de Fresno, lejano y solitario

aquella hermosa finca bien cercada

el verde prado y la floresta amena

con que el frondoso valle se adornaba

en árido desierto convertido.

Ya no hay prado, ni sauces, ni zarzales

no anidan los pintados picatueros,

ni tórtolas ni urracas ni zorzales.

 

La finca que fue orgullo de mi padre

a la que tanto esfuerzo dedicara

a voluntad está de los ganados

sin cercas ni vallados ni alambradas.

 

Mucha pena me causa todo esto

aunque parece que a nadie importa nada,

más yo recuerdo de Salomón el juicio

y la sabia sentencia pronunciada.

 

Quiero como los bíblicos profetas

llorar las desventuras de mi tierra:

donde hubo vida, frutos, lozanía,

sólo queda el olvido y la tristeza.

Firmado: Vicencio Eduardo Medina Díez

0 comentarios