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MIS RECUERDOS

Mis recuerdos

 

Cuando miro el azul horizonte

que se pierde y se muere a lo lejos

y parecen juntarse en un punto

la tierra y el cielo

 

Me parece tornar a mi infancia

y volver a vivir aquel tiempo

en que yo apacentaba las vacas

en un valle tranquilo y risueño

 

Cuando apenas la aurora venía

cuando apenas el día llegaba

cuantas veces montado en la Perla

recorrí aquella larga cañada

 

Cuantas veces contemplé las nubes

purpurinas y tornasoladas

que se tiñen de bellos colores

con las luces primeras del alba

 

Agarrado a la crin de la yegua

bostezando de sueño y de frío

recorría feliz y contento

aquel amplio y trillado camino

 

Cuando llegada con el ganado al pasto

todo allí se movía y se agitaba

el valle recobraba su vida

a impulsos de la luz de la mañana

 

Las aves iniciaban sus gorjeos

saltando sin cesar de rama en rama

y las flores mostraban los colores

con que el campo se adorna y se engalana

 

Arrullaban las tórtolas del monte

cantaban en los trigos las perdices

y hacían sus reclamos las parejas

de las atribuladas codornices

 

Salían los rebaños del aprisco

escoltados por vigilantes perros

y se oía el silbar de los pastores

y el variado sonar de los cencerros

 

El ganado se aplicaba con el pasto

paciendo con afán la buena hierba

que gracias al rocío de la noche

se mostraba a esas horas fresca y tierna

 

Entre tanto la cría de la yegua

corriendo sin parar por todo el valle

hacía mil diabluras y piruetas

levantando sus dos patas al aire

 

Dos urracas propietarias de un nido

formaban una gran algarabía

volaban y graznaban como locas

buscando el alimento de sus crías

 

Caminaban por senda interminable

negras hormigas que hacían su verano

llevando a su recóndito escondrijo

toda clase de semillas y granos

 

Todo era allí concierto y armonía

ir y venir de abejas laboriosas

continuo trajinar de aves e insectos

alocado volar de mariposas

 

El sol se iba elevando en el espacio

y cuando con más fuerza calentaba

una legión de tábanos y moscas

acosaba sin piedad a las vacas

 

Era la hora de volver a casa

para que allí el ganado descansara

y pasara las horas de bochorno

a la sombra y cobijo de la cuadra

 

Por la tarde volvíamos al valle

y a medida que el día declinaba

más jugosa la hierba se ponía

más suave y tierno el pasto se mostraba

 

Por eso me quedaba hasta muy tarde

para que vacas y yegua aprovecharan

la calma y la frescura de aquel rato

sin moscas ni calor que molestara

 

El sol tras de los montes se ocultaba

inundando de sombras la floresta

iba muriendo envuelta en la penumbra

la tarde melancólica y serena

 

Se acercaba la noche silenciosa

extendiendo su manto sobre el prado

ladraban en el monte los mastines

el pastor recogía su rebaño

 

Era mi único amigo un pajarillo

que cantaba en lo alto de una rama

y velando a su dulce compañera

que en el nido los huevos incubaba

 

Despidiendo la última luz del día

los himnos de la tarde desgranaba

y con su triste acento me decía

que ya era hora de que regresara

 

Salían ya las primeras estrellas

y los búhos y cárabos graznaban

posados en las ramas de los robles

ocultos en las sombras de las matas

 

Yo escuchaba con temor esa armonía

que en el silencio de la noche vaga

como el grito de las aves nocturnas

o el gemido del viento entre las ramas

 

Recordaba el consejo de mi madre

“! No temas pues no va a ocurrirte nada¡

!al ganado lo cuida San Antonio¡

! y de ti cuida el Ángel de la Guarda¡”

 

No obstante yo sentía mucho miedo

y me acercaba susurrando a las vacas

¡Artillera, Bonita, Macarena¡

enseguida nos vamos para casa

 

Cuando yo reunía el ganado

y el camino del pueblo retomaba

monte y prado ¡qué tristes se ponían¡

aquel lugar ¡qué solo se quedaba¡

 

Nosotros éramos el alma del paraje

la vida de aquel valle sosegado

que con nuestra presencia se animaba

y ahora quedaba triste y solitario

 

Yo volvía cantando de los pastos

y pensando en voz alta comentaba

¡que hermosa y qué estrellada está la noche!

 ¡qué noche tan serena, tan callada!

 

La mula va saltando en el camino

las vacas van rumiando sosegadas

ya no se oyen ni cárabos ni búhos

sólo se escucha el canto de las ranas

 

Contemplo las estrellas fugaces

la Polar, la Osa Mayor, la Vía Láctea

el paso de la yegua me recrea

luciérnagas y grillos me acompañan

 

Ahora despacio, regresamos a casa

y mañana vendremos de nuevo

con las vacas, la Perla y su cría

a pastar en el Valle de Fresno

 

Firmado: Vicencio Eduardo Medina Díez

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